martes, 20 de marzo de 2012

“Tzotziles”


Introducción

En el estado de Chiapas, existen tres culturas que se establecieron, siendo la más antigua, la cultura zoque, después surgió la cultura maya y posteriormente, se asienta la cultura chiapaneca, o de “los chiapanecas” (cuyo dominio previo a la conquista española, abarcó los actuales municipios de Chiapa de Corzo, Villaflores y Suchiapa). A partir de estas tres culturas, surgen los grupos étnicos que al día de hoy prevalecen, y sobre todo conservan los rasgos más importantes que los distinguen.
Es así que de la cultura maya, provienen varios grupos étnicos que se han diversificado, siendo los de mayor densidad demográfica: los tzeltales (en la parte este), los tzotziles (comúnmente llamados “chamulas”, habitan la zona del centro y oeste del estado), y los tojolabales (se sitúan en la parte este y sureste).
Los tzotziles son uno de los grupos indígenas cuya lengua pertenece a la familia maya. El vocablo tzotzil, gentilicio que se utiliza también para designar la lengua que hablan, deriva de sots´il winik que significa“hombre murciélago”. Ellos se llaman a sí mismos batsii winik'otik, "hombres verdaderos”.

 Los tzotziles no se consideran a sí mismos parte de una unidad conformada por todos aquellos que hablan su lengua, lo que hace muy difícil definirlos en conjunto; cada uno de ellos se define o se concibe a partir de una colectividad particular que corresponde al municipio en donde reside, considerada distinta de las de otros.

La identificación de los tzotziles con el municipio del que forman parte se estructura y se ve continuamente reforzada por actos públicos y privados que fortalecen la cohesión del grupo y orientan la acción de los individuos. Entre ellos destacan la transmisión de mitos, la participación y organización de los rituales o fiestas, la territorialidad y, en menor grado, la especialización económica.
Los mitos o “palabras antiguas”, como los llaman los tzotziles, son narraciones transmitidas oralmente de padres a hijos, a través de las cuales se explica todo lo que conforma la realidad. En los mitos quedan interiorizadas las categorías, los parámetros espaciales y temporales, los paisajes culturales, etcétera, que constituyen la forma particular en que estos grupos perciben el mundo. Muchas de esas ideas se expresan y se reactualizan en los rituales o fiestas religiosas, actos públicos en los que simbólicamente se refundan los lazos que cohesionan la comunidad; por esta razón, cumplen un importantísimo papel de integración.



Historia

A la llegada de los españoles a Chiapas, en el límite occidental del actual estado, estaban las tribus zoques, en el río Grijalva y las tierras bajas de la depresión central los chiapanecas, en los altos, al norte y este de la depresión central, vivían las tribus mayenses.

Una expedición española llegó en 1527 a los Altos. Después de vencer a los Chiapas, los expedicionarios sometieron a los cacicazgos tzotzil-tzeltales. En 1528 se fundó Ciudad Real, hoy San Cristóbal de Las Casas, lugar de asiento en la región de los nuevos conquistadores.

El sistema colonial se estableció mediante la encomienda y la reducción. Los principales pueblos fueron dados en encomienda a los conquistadores. Al llegar Bartolomé de las Casas a Ciudad Real en 1541, se trató de concentrar a los tzotzil-tzeltales en pueblos o reducciones. Los indígenas, reducidos y encomendados, pagaban tributo dos veces por año, daban prestaciones en dinero, especie y trabajo en minas, molinos, propiedades y casas particulares.

A mediados del siglo XVI, la corona empezó a limitar las encomiendas. Entonces los colonos españoles obtuvieron legalmente tierras a título personal dentro de las encomiendas y nacieron las haciendas. Éstas, herederas de la encomienda, se situaron frente a la comunidad, heredera de la reducción. Las reducciones fueron legalmente dotadas de tierras y se les permitió promover acciones de justicia y elegir a sus autoridades. A cambio, estas nuevas comunidades pagaban tributo al funcionario real y daban servicio al terrateniente. También se les restringía como unidades de producción y consumo pues les eran impuestas algunas actividades productivas y se les obligaba a comprar ciertos bienes de consumo. Los españoles tenían el monopolio del trapiche, el ingenio, el obraje y el molino. En 1712, el consejo de ancianos de Cancuc llamó a tzotziles, tzeltales y choles a rebelarse contra el poder colonial. En 1713 las tropas gubernamentales sofocaron el levantamiento.

En vísperas de la Independencia, la sociedad colonial de los Altos estaba en crisis debido a un desplome de los mercados y escasez monetaria. En 1824, a pesar de la oposición de los grupos dirigentes de la antigua Ciudad Real, Chiapas se anexa a México. Este suceso provocó una nueva capitalización de la tierra, que era vista como el único bien seguro. El latifundio en Chiapas se expandió bajo el amparo de las leyes agrarias promulgadas para promover las tierras baldías. Entre 1856 y 1875 se nacionalizaron y se reintrodujeron al circuito comercial los bienes de la Iglesia, que en Chiapas representaban 30% de la tierra acaparada.

En la década de los ochenta del siglo XIX, bajo presión de los cafeticultores alemanes de Guatemala, el gobierno vendió las tierras nacionales de la Sierra Madre del Sur y las plantaciones cafetaleras se extendieron en el Soconusco. Además, el gobierno otorgó a madereros norteamericanos, ingleses y españoles concesiones para explotar la cuenca del Usumacinta. Hacia finales de la década de 1860 surgió una nueva insurrección armada encabezada esta vez por los tzotziles del municipio de Chamula. Entre 1867 y 1870 el culto a un ídolo nativo desató la llamada "Guerra de Castas" o rebelión de Cuzcat, que fue reprimida en 1870. Los vencidos cayeron en la servidumbre como "baldíos". Se veían obligados a trabajar en el campo para el terrateniente, a cambio de sembrar una parcela y de hacer uso de pastos y bosques de la hacienda.

Al desarrollarse las explotaciones capitalistas en el Soconusco y la Lacandonia surgió la necesidad de mano de obra permanente y temporal. Los cafetaleros y madereros se aliaron a personas influyentes de San Cristóbal, quienes les enviaban contingentes de trabajadores indígenas, surgiendo así el "enganche".

Los enganchadores obligaban a tzotziles y a tzeltales a ir a trabajar a las fincas cafetaleras y monterías. Una vez terminado el trabajo en las fincas, los indígenas volvían a sus comunidades; en las monterías, la estancia era definitiva y muy pocos sobrevivían a algunos meses de arduo trabajo.

Durante el Porfiriato, en Chiapas aumentó la presión del grupo blanco sobre las comunidades indígenas y se reforzó la influencia del centro del país sobre la sociedad regional chiapaneca, pues Emilio Rabasa, amigo cercano de Porfirio Díaz, gobernó la entidad de 1891 a 1910. Se desarrollaron los caminos, ferrocarriles y telégrafos que integraron a Chiapas al resto de la nación. En 1892, los poderes constitucionales son trasladados de San Cristóbal a Tuxtla Gutiérrez.

Al triunfo de la Revolución, Obregón pactó con los insurrectos de San Cristóbal. Pineda es nombrado general del Ejército y Tiburcio Fernández, otro jefe rebelde, asume la gubernatura de Chiapas. Tras este pacto, las reformas económicas y sociales emprendidas por el gobierno federal llegan de forma atenuada a Chiapas.

En 1934 se creó el Departamento de Acción Social y Cultural y de Protección al Indígena para promover la organización de las poblaciones indígenas. En 1935, este departamento dio fin al enganche libre y reglamentó la contratación de indígenas por parte de finqueros y madereros. Los indígenas libres de deudas huían de los centros de trabajo. A finales de1936, los cafeticultores y las autoridades gubernamentales crearon el sindicato de trabajadores indígenas, que tenía por función asegurar su mano de obra; pero después de 1950, los indígenas trabajaban en las fincas cafetaleras por voluntad propia debido a la necesidad de obtener ingresos monetarios.



Ubicación Geográfica

El territorio tzotzil se encuentra al noroeste y suroeste de la ciudad de San Cristóbal. El tzotzil se habla en las comunidades de El Bosque, Chalchihuitán, Chamula, Chenalhó, Huixtán, Mitontic, Zinacantán, Larráinzar, Pantelhó, Huitiupán, Simojovel de Allende, Totolapa, Jitotol, Pueblo Nuevo Solistahuacán, Bochil, Ixhuatán, Soyaló, Venustiano Carranza, Ixtapa, Teopisca y San Cristóbal de Las Casas.

En la región central de los Altos, la población indígena alcanza entre 70 y 100% en la composición étnica municipal. En las fértiles tierras bajas conviven indígenas y ladinos, pero estos últimos generalmente habitan en las cabeceras municipales.

En las tierras altas, los tzotziles y los tzeltales se establecen en caseríos dispersos dentro de un municipio cuya cabecera municipal es un centro administrativo y ceremonial.

El tradicional territorio tzotzil colinda al oriente con los tzeltales, al norte con los choles y los zoques y con estos últimos al oeste; en el territorio colonizado en la selva conviven tzotziles, tzeltales, choles, tojolabales y zoques.


Lengua
Las lenguas tzotzil y tzeltal, estrechamente emparentadas, pertenecen a la familia lingüística maya y forman un subgrupo dentro de esta familia. Las comunidades hablantes de tzotzil y de tzeltal se pueden clasificar en las de tierras bajas y de las tierras altas.
Las distintas variantes dialectales del tzotzil distinguen también a los diversos municipios. Éstas pueden agruparse en cinco grandes zonas: Chamula (caracterizada por un dialecto muy arcaico), Chenalhó, Pantelhó, Zinacantán y Huixtán (con muchos elementos producto de la coexistencia con hablantes del tzeltal). Sin embargo, para todos los tzotziles la lengua es un componente importantísimo de su cultura. La definen como batz´i k´op / bats´il k´op, “lengua verdadera”, y es considerada uno de los elementos fundadores de la condición humana, por lo que su uso se identifica con la vida civilizada. Aunque los índices de bilingüismo han aumentado notoria y aceleradamente en los últimos años, el tzotzil continúa vivo gracias a la estrecha relación que existe entre la lengua y la identidad tzotziles. De ahí que el número de hablantes de esta lengua haya seguido creciendo. En 1970 se reportaron en todo el país 95,383 hablantes de tzotzil; en 1990, unos 229,203; en 1995, 263,611, y para el año 2000, el INI registró 297,885 (sin tomar en cuenta a los niños menores de 5 años). El aprendizaje del castellano les ha permitido defenderse frente al mundo hostil, pero también ha significado, para algunos individuos, poder y control sobre el resto de sus comunidades.
Vestimenta
En la vida cotidiana, las mujeres tzotziles son las que conservan en mayor medida la ropa típica. En las fiestas y actos públicos importantes, los hombres visten también ropa tradicional, como son capas y chalecos de lana negra o blanca, sandalias de suela muy ancha y talonera de cuero, llamadas xonob, y cierto tipo de sombreros. Los hombres de Huixtán, en lugar de pantalón, visten una prenda blanca muy especial, formada por varios lienzos que se atan a la cintura, que los identifica con San Miguel Arcángel, su santo patrón. Sin embargo, es importante mencionar que los atuendos considerados “tradicionales” han ido sufriendo cambios con el tiempo.
En las tierras altas y frías, la ropa que usa la mayoría de los tzotziles es de lana, mientras que en las más bajas lo es de algodón. Llama la atención el hecho de que algunos grupos tzotziles de las tierras altas emigrados a la Selva Lacandona y a otras zonas muy calientes (como Nuevo San Juan Chamula, El Bosque o Palenque), sigan utilizando su vestimenta de lana tradicional.
Hasta hace pocos años, las mujeres tzotziles, aun aquellas de las zonas más frías, acostumbraban ir descalzas, mientras los hombres iban calzados.
En cuanto a la forma en que las mujeres se atan el pelo y los adornos que utilizan, hay también gran variación de una comunidad a otra.
Alimentación
La agricultura es la principal actividad económica de los tzotziles. Los principales cultivos son: maíz, frijol, trigo, papa y hortalizas; sólo en algunos lugares se cultiva café y caña de azúcar. Los frutales más comunes son: perón, durazno, manzana y pera, y en donde impera el clima semitropical: naranja, piña, aguacate y mango.
Uno de los platillos tradicionales en San Juan Chamula es el “Mayate de San Juan”, un escarabajo de color verde y azul que sólo sale de su nido durante la temporada de lluvias. Son muy difíciles de atrapar.

Sus precarios ingresos y la imposibilidad de sobrevivir con la escasa producción agrícola, son los factores fundamentales que determinan una dieta deficiente; los componentes básicos de su alimentación son el frijol y el maíz; con el segundo se prepara el pozol (bebida tradicional con alto valor nutritivo) y las tortillas; muy ocasionalmente se consumen alimentos como carne o leche.
Vivienda
Las viviendas generalmente son rectangulares, con techos de palma, zacate o teja, de cuatro aguas, paredes de adobe en la montaña o de bajareque en las zonas más cálidas y piso de tierra. En las cabeceras municipales y lugares de fácil acceso se ha extendido el uso de ladrillo y teja para construir paredes y techos. Como mobiliario, en la casa hay un fogón de tres piedras, pequeñas mesas, bancos y sillas. Para dormir utilizan camas de tablas o petates. Fuera de la casa hay corrales para gallinas y puercos; y un push o temazcal.
En fechas recientes, en las zonas más urbanizadas, existe la tendencia a construir las casas con paredes de ladrillo o madera y techo de lámina de asbesto, metálica o tejamanil. Tanto el servicio de energía eléctrica, como el de agua entubada y drenaje, son notablemente deficientes. De acuerdo con los Tabulados básicos del INEGI (Chiapas, Hablantes de lengua indígena, 1993), de 55 804 viviendas tzotziles, únicamente 5 517 gozan de los tres servicios; sólo 26 199 cuentan con energía eléctrica, 27 511 con agua entubada, y 8 013 con drenaje; pero en 1 542 casos, las aguas negras son vertidas al suelo, río o lago, determinando en gran medida condiciones de contaminación que repercuten en la salud de la población.

Religión
Los tzotziles conciben al mundo como un todo y lo llaman cielo-tierra (vinajel-balamil). Toda vida se desarrolla en la superficie del cielo y la tierra, mientras que la vida extraordinaria, como la de los sueños, existe en el "otro cielo-tierra". Sólo los curanderos pueden verlo.
En el sistema religioso de los tzotziles se mezclan elementos culturales de divinidades aborígenes junto con elementos de la religión católica. Por un lado existe una jerarquía sacerdotal ligada al culto de los santos católicos y por otra parte hay cierto número de 'iloletik o curanderos que tienen la función de interceder por los hombres en el mundo sobrenatural, que son quienes realizan curaciones de carácter individual y dirigen ceremonias de carácter colectivo.
Los tzotziles creen en cuatro formas fundamentales de la divinidad: los totilme'iletik ("padres-madres") son dioses ancestrales apreciados como indígenas que viven en los lugares sagrados, otorgan el sustento y recompensan o castigan. Creen que un individuo posee un ch'ulel o "alma", compuesta de 13 partes. Cuando un tzotzil rompe con el orden establecido, los totilme'iletik lo castigan con el daño a su ch'uleI. En este caso, es necesaria la intervención del ilol para su recuperación. Cada individuo posee un ch'ulel o "espíritu animal acompañante" que es cuidado por los totilme'iletik.
El yahval b'alamil o "dueño de la tierra" puede proporcionar riquezas y fortuna a un individuo, también necesita trabajadores a su servicio por lo que el ch'ulel de un individuo puede ser vendido. El concepto de vaxakmen aparentemente hace referencia al dios creador del mundo.

A estas deidades se asocian una serie de símbolos sagrados, como la cruz, concebida como puerta que lleva hacia los dioses.
Además, la dominación española en la región sólo lograría una integración muy superficial de los indígenas a las nuevas formas de vida, al igual que a la ideología y a los valores cristianos; en la mayoría de los casos, nunca llegaron a ser incorporados realmente. Por la desproporción numérica entre españoles e indígenas, los frailes se vieron en la necesidad de echar mano de los indígenas para la difusión de la nueva fe y la organización y práctica de las actividades rituales. Esta situación se acentuó con la pérdida de apoyo por parte del Estado a la Iglesia tras la Independencia, lo que permitiría a la población nativa recuperar el control sobre su vida religiosa y desarrollar una muy particular interpretación del catolicismo.
 En contraste con los asentamientos (pueblos,caseríos, parajes), considerados como los territorios donde se da la vida civilizada, el “monte” representa lo autóctono y lo natural, el mundo subterráneo del agua y de lo femenino, que opone resistencia a la obra civilizadora del hombre. Es la naturaleza la dueña original de la tierra y de los recursos, por lo que el hombre puede trabajarla pero no declararse su propietario.
En el monte viven los dioses protectores, los antepasados (padres-madres) y los animales compañeros (vayijeletik, vayijeles). Estos últimos, de los cuales cada hombre puede tener hasta trece, viven encerrados en corrales organizados jerárquicamente: los más poderosos habitan en las gradas más altas. En los manantiales y en las cuevas viven los “ángeles”, espíritus de la tierra relacionados con el alma del maíz: x´ob. Esta división clara entre el espacio civilizado y el natural se da sobre la superficie de la tierra, uno de los tres niveles, el intermedio que constituyen el cosmos para los tzotziles: vinajel balamil, el cielo, sba balumil/balamil, la superficie de la tierra y olontik, el inframundo, que se unen a través de las trayectorias circulares del sol y de la luna.
El cielo, tal vez por influencia cristiana, tiene cualidades positivas.

Fiestas religiosas y paganas
La identificación de los tzotziles con el municipio del que forman parte se estructura y se ve continuamente reforzada por actos públicos y privados que fortalecen la cohesión del grupo y orientan la acción de los individuos. Entre ellos destacan la transmisión de mitos, la participación y organización de los rituales o fiestas, la territorialidad y, en menor grado, la especialización económica.

A través de dichos rituales, los distintos grupos tzotziles creen contribuir al mantenimiento del orden cósmico, pues están convencidos de que en todo momento las fuerzas de la tierra pueden rebelarse y destruir lo que hace posible la vida de los hombres. Para no hacer enojar a dichas fuerzas, en la vida diaria, cuando construyen una casa, cortan un árbol o cazan un animal, les piden permiso, ya que ellas son las verdaderas dueñas de todo.
En los mitos se habla de su parentesco con los santos patrones de otras comunidades del área, explicando así la relación que tiene cada comunidad con los grupos vecinos.
La interrelación entre los pueblos cercanos y con los parajes del propio municipio es reafirmada periódicamente durante las fiestas del ciclo anual, a través de visitas recíprocas de las imágenes de sus santos patronos.
 Las fiestas a los santos, cumplen un papel muy importante en la reafirmación de los lazos que unen a los integrantes de cada comunidad indígena: entre otras cosas, propician el intercambio comercial y cultural, promueven los matrimonios y permiten el establecimiento de alianzas, al igual que limar asperezas y rivalidades. El gran número de fiestas, algunas más antiguas e importantes que otras, y su complejidad hacen imposible describirlas aquí. En la mayoría de ellas resulta notoria la ausencia del sacerdote católico. En el caso del Carnaval (k´in tahimoltik, o “festival de los juegos”), que se celebra con gran espectacularidad en municipios como Chamula y Chenalhó, se trata de una festividad sin relación alguna con la Iglesia ni los santos.
En el Carnaval, los tzotziles representan complejas escenificaciones en torno al origen de su identidad y su relación con otras etnias. Entre otras cosas, en estos ritos expresan su visión del pasado (el origen mítico del cosmos, que llaman los “tiempos viejos”, y algunos sucesos de la historia importantes para ellos) y la manera en que entienden su situación dentro de las circunstancias económicas y políticas actuales.
 En teoría, el Carnaval está ligado a los cinco “días perdidos” con los que termina el año indígena (febrero), llamados c´ay  k´in/ch´aik´in, los cuales más o menos coinciden con las fechas en que ocurre el solsticio de invierno. En el caso de Chamula, en los rituales de los cuatro primeros días se reactualiza la terrible infancia de la humanidad, la época de la barbarie habitada por demonios, enanos, monos y judíos. En ellos se subraya el peligro que continuamente ha amenazado a los indígenas desde la periferia.
Así, quienes representan a los monos se visten como soldados franceses de la época de Maximiliano, portan lentes negros asociados con la cultura mexicana actual y usan cinturones de piel de víbora que los vincula con el dueño de la tierra, quien es imaginado por los tzotziles como un mestizo que controla el dinero y la lluvia.
 Las comidas (grasosas) que ingieren estos personajes durante los ritos subrayan su identificación con el mundo ladino. Otras partes del ritual condenan la promiscuidad y algunas formas de comportamiento sexual inmoral atribuido a los mestizos, a quienes los indígenas conciben como seres primitivos e imperfectos. Estas representaciones no hacen sino expresar el profundo conflicto étnico que existe con los ladinos, grupo que se ha beneficiado por largo tiempo de su explotación y del que tanto dependen económicamente. Estos cuatro días, durante los cuales se extingue el fuego de los fogones de las casas y se suspende la vida ordinaria, corresponden claramente al mundo pre civilizado, cuando ocurrió la lucha contra las fuerzas del caos y los adversarios del sol. El quinto día (que coincide con el principio de la Cuaresma cristiana), representa la aparición del astro victorioso en el cielo, momento a partir del cual, según la mitología tzotzil, inició el orden que permite la vida actual. Muchos de los participantes en estos rituales corren sobre el fuego, en un acto de purificación que a la vez simboliza el trayecto del sol por el firmamento.
Algo muy interesante en el Carnaval es la continua inversión simbólica de las reglas de la vida diaria. Durante esos días, algunos de los protagonistas, como son los monos, hacen burla de lo que regularmente es más respetado: las ceremonias religiosas o las personas que ocupan los cargos religiosos y políticos durante ese año.
A  través de éste y otros rituales los indígenas revaloran cada año la imagen de sí mismos.
Fuentes de trabajo
Las concepciones y valores del hombre tzotzil giran en torno al maíz. La vida humana se concibe gracias a él, que es considerado como fuente de prestigio social: am'tel, "trabajar", se refiere a las actividades vinculadas al cultivo del maíz; el hombre que sabe trabajar es aquel que tiene mucho maíz. Para acceder a algún cargo dentro de la jerarquía tradicional, una persona debe tener suficiente maíz para alimentar a las autoridades, a sus ayudantes y a su familia durante un año.
El maíz absorbe el trabajo de casi todo el año; los campos se cultivan mediante la técnica de la tumba, roza y quema, y éstos se preparan para la siembra a fines de invierno y durante la primavera. La siembra se efectúa antes o a principios de las lluvias de mayo, y el maíz se cosecha en el otoño o a principios del invierno. Debido a la escasez de tierras cultivables, los indígenas alteños emigran temporalmente para alquilarse como peones en las fincas cafetaleras del Soconusco o en las fincas ganaderas de la depresión central. Otra alternativa es el arrendamiento de tierras en la depresión central.
Últimamente los indígenas alteños empleados en el corte de café en el Soconusco están siendo desplazados por los indígenas guatemaltecos; debido a esta situación buscan trabajo en las ciudades de Tuxtla Gutiérrez, Tapachula, San Cristóbal o Villahermosa. San Cristóbal es un foco de atracción para los indígenas expulsados de sus municipios, producto de luchas político-religiosas; esta población indígena se integra al comercio ambulante y al sector de servicios.
Dentro del mercado regional, cada comunidad tiene una especialidad en la manufactura de artesanías. De entre las artesanías destaca la elaboración de tejidos en telar de cintura con diseños tradicionales mayas, en el que las mujeres elaboran huipiles, camisas y servilletas para uso propio o para su venta. Sobresalen los textiles de Tenejapa, Pantelhó, Larráinzar y Chenalhó. En Chamula, las mujeres elaboran chamarros de lana y en Zinacantán ponchos de hilo primorosamente bordados.
Debido a la abundante oferta de mano de obra indígena, ésta siguió siendo muy mal pagada, y la profunda división social e iniquidad en las relaciones entre indígenas y ladinos continuó y se mantiene vigente hasta el día de hoy.
Existe una alta movilidad en las comunidades tzotziles, sobre todo de los hombres jóvenes, debido a que les resulta imposible mantener a sus familias sólo de la explotación de los recursos dentro de sus propios municipios. No obstante, la emigración en busca de ingresos es temporal y casi siempre dentro de los límites del estado de Chiapas.
Aproximadamente el 75 por ciento de los emigrantes trabajan como asalariados en grandes fincas; otros van a las ciudades, en donde se dedican a labores mal pagadas o a la venta de artesanías, y unos cuantos trabajan en los ranchos como medieros.

Patrimonio Tangible
La principal vía de comunicación en la zona es la carretera panamericana que proviene del Istmo de Tehuantepec, pasa por Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal de Las Casas, se dirige hacia Teopisca y continúa hacia Comitán. Un ramal de esta carretera se desprende hacia Pichucalco. De San Cristóbal a Palenque hay una carretera pavimentada que pasa por Ocosingo. La mayoría de las cabeceras municipales de los poblados indígenas cuentan con camino de terracería que las une con San Cristóbal.
La ciudad de San Cristóbal, antigua sede del poder colonial, es el mercado indígena más importante de la región controlado por ladinos. A él confluyen los productos agrícolas y artesanales de las diferentes comunidades indígenas para su venta, al mismo tiempo que es el lugar en donde los indígenas se proveen de los productos manufacturados que les son necesarios. En esta ciudad también se encuentran los servicios más importantes en materia de salud, educación y comunicaciones.
La mayoría de las cabeceras municipales cuenta con servicios de luz, agua potable y drenaje; por el contrario, la población indígena asentada en parajes y caseríos carece de ellos y se abastece de agua de pozos y manantiales.
En materia educativa, los municipios indígenas cuentan con escuelas primarias y con por lo menos una telesecundaria en las cabeceras municipales; sin embargo, la calidad de la educación es deficiente, en buena medida por la existencia de escuelas unitarias en donde sólo un maestro atiende todos los grados de la educación básica o de escuelas en donde solamente se imparten los primeros grados de enseñanza básica.

Ecorregiones
Los grupos tzotziles colindan al oriente con los tzeltales, al norte con los choles y al norte y al poniente con los zoques. Fue también hacia los años cincuenta cuando algunos tzotziles empezaron a migrar hacia la Selva Lacandona, en donde, desde entonces, conviven principalmente con tzeltales, choles y tojolabales.
De esta manera, los tzotziles se han desarrollado en nichos ecológicos muy variados, desde los altos bosques de coníferas, como pino y encino, hasta regiones de clima subtropical, e incluso la selva.
Aun en los Altos, las marcadas diferencias de altitud dan lugar a cambios muy drásticos en los nichos ecológicos. Por ejemplo, la región norte (zona de Simojovel) se caracteriza por tener mejores tierras y de menor altitud que la parte sur, propicias para la producción de café y la ganadería extensiva. En las áreas con mayores posibilidades de explotación comercial, como la región norte, los tzotziles se han visto obligados a enfrentar, desde la época de la conquista, los intereses de empresarios no-indígenas (españoles y mestizos), lo que ha generado una larga tradición de organización social y de lucha en defensa de sus derechos.
La región de los Altos de Chiapas se ubica en la cadena montañosa central que se eleva hacia el sureste desde el valle del río Grijalva. Ésta es básicamente una elevación de piedra caliza atravesada por formaciones volcánicas extintas, como los cerros Huitepec y Tzontehuitz.
El clima de la región alteña se divide en dos épocas: la de secas, que inicia en noviembre para concluir en mayo, y la de lluvias, que comienza a fines de mayo o principios de junio hasta fines de octubre. La temperatura media anual es de 20°C para las tierras templadas con una altura entre los 800 y 1 550 msnm. Las tierras frías, ubicadas por encima de los 1 500 msnm, cuentan con una temperatura media anual que va de 12 a 15°C, con una precipitación de alrededor de 1 250 mm anuales. La mayor parte del territorio alteño tiene un clima templado húmedo. En las tierras templadas y frías hay bosques de coníferas con diferentes variedades de pino, encino y roble.
Organización Social
Cada comunidad se distingue por una indumentaria propia, un santo patrón local principal y una especialidad económica dentro del conjunto. Las comunidades se dividen en barrios o secciones. La vida comunitaria gira alrededor del teklum o centro ceremonial y cabecera del municipio; el resto de la población habita en parajes que se distribuyen en todo el territorio de la comunidad.
Cada persona posee tres nombres: el primero es el nombre de pila ladino, el segundo es un apellido de origen hispano y el tercero es un apellido de origen indígena, generalmente tomado de una planta, animal o un fenómeno natural.
En la sociedad tzotzil, las generaciones anteriores a uno son tratadas de b'ankiIaI o hermano mayor, en tanto que las posteriores son llamadas its'inal o hermano menor. Esta clasificación se extiende a santos, cuevas, charcos y montañas.
Generalmente, el grupo doméstico corresponde a una familia extensa compuesta por una pareja, hijos solteros o casados, con sus respectivas esposas e hijos. El hombre de más edad controla al grupo, detenta las tierras y organiza las actividades agrícolas.
Tradicionalmente, la autoridad se adquiere con la vejez; sin embargo, en los últimos años se ha modificado profundamente el papel de los ancianos y su autoridad. A nivel comunitario, la autoridad político-religiosa se compone del ayuntamiento constitucional, el ayuntamiento regional y los principales. El ayuntamiento constitucional es la única organización administrativa reconocida por el Estado y para ella son nombradas personas que hablen, lean y escriben en español.
El ayuntamiento regional consta de puestos políticos, distribuidos en cinco niveles: mayores, síndicos, regidores, alcaldes y gobernadores; esta institución administra las contribuciones, los impuestos, las prestaciones y el trabajo colectivo de la comunidad. Quien acepta un cargo deja su paraje y su milpa durante un año para residir temporalmente en la cabecera municipal. Esto significará el endeudamiento para subsistir durante ese tiempo y para sufragar los gastos que el cargo le acarreara.
Los cargos religiosos son de mayordomos y alféreces y su número depende del número de santos patronos de la comunidad. Los "pasaros" forman el cuerpo de principales, porque ellos han cumplido con el servicio a la comunidad a través del desempeño de cargos en la jerarquía político-religiosa y han obtenido el reconocimiento general. Ellos son la autoridad suprema.
Desde los años sesenta la jerarquía de cargos no puede absorber a todos los hombres de una comunidad dado el crecimiento demográfico.
Salud
Entre los tzotziles, la enfermedad es considerada como castigo por la transgresión de las pautas sociales tradicionales. Existen enfermedades naturales y sobrenaturales. Las primeras son todas aquellas que no causan grandes sufrimientos o incapacitación. Las sobrenaturales son enfermedades graves consideradas como castigos por violación a las normas sociales. El castigo lo aplican los dueños del cielo, de la tierra, de los lugares sagrados o los santos católicos.
La enfermedad también puede provenir de la hechicería. La envidia es una poderosa fuente que la alimenta; de esta forma, si alguien es pobre por no tener maíz y frijol para comer, ni tierras ni animales, envidia a los que son ricos y saludables. Para estar a salvo de hechizos, el individuo no se debe enriquecer excesivamente y respetará la propiedad y el derecho de los vecinos.
Hay tres tipos de especialistas entre los tzotziles: el ts'ak bak que cura la carne y el hueso; el 'ilol que se ocupa del tratamiento de la carne y el hueso mediante la curación del espíritu, confronta a enfermedades sobrenaturales, enfermedades del espíritu y hechicería, y diagnostica la enfermedad tomando el pulso del paciente. El Me'santo practica rituales mágico-religiosos de la antigua religión maya, relacionados con oráculos y santos parlantes.
Las principales enfermedades son el komel ("susto"), il k'op ("los malos deseos"), ch'ulelal ("enfermedad del alma"), bík'ta ch'ulelal ("la gran enfermedad del alma"), chonbil ch'ulelal ("enfermedad del alma causada por su venta").
Los principales problemas de salud en la población se deben a enfermedades infecto-contagiosas, desnutrición, anemia, enfermedades gastrointestinales y parasitosis. En Oxchuc hay una alta incidencia de tracoma, de tifo en Mitontic y de tuberculosis en toda la región.
Ciberografía





10 comentarios:

  1. Debo decirte que me parece que si debes resumir más tu información tratando que sea lo mas precisa posible, e incluso que deberías agregar un mapa para ubicar específicamente el territorio tzotzil. Y no se si es problema del blog o tu documento está mal creo que deberías manejarlo en un sólo interlineado.
    Leslie

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  2. Otra observación, es que debería agregar los videos o aunque sea los links que pudo observar en la página de la CDI de su grupo étnico. Sería entretenido, y quizá así ya no requiera tanta información escrita. Puede colocar imágenes.

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  3. Excelente información. Gracias

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  4. Excelente información. Gracias

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  5. porfas pongan los aspectos economicos/economia porfis

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